En los últimos años el Facility Management (FM) ha ganado protagonismo en el sector inmobiliario como una herramienta estratégica para mejorar la eficiencia operativa y garantizar la sostenibilidad de sus infraestructuras. Más allá de ser un servicio complementario, el FM combina conocimiento técnico, planificación estratégica y experiencia en el ciclo de vida de los activos, lo que impacta directamente en la rentabilidad del inmueble y en la conservación de su valor a largo plazo.

A nivel internacional, organismos como la International Facility Management Association (IFMA) o el British Institute of Facilities Management (BIFM), han establecido estándares que posicionan al FM como una disciplina técnica con herramientas propias, prácticas medibles y procesos estructurados.

En Perú, aunque queda camino por recorrer en términos de regulación, es fundamental que las empresas comprendan la diferencia entre un proveedor de servicios generales y uno especializado en FM. A menudo se observa que empresas dedicadas a rubros distintos incorporan al FM en su portafolio, sin considerar metodologías, auditorías o protocolos que permitan validar la situación real del inmueble y gestionar mantenimientos eficientes con presupuestos reales.

Esta tendencia de un modelo improvisado puede generar confusión en el mercado, ya que se presenta como una solución completa, cuando en realidad el FM requiere una visión integral, experiencia técnica multisectorial y una estructura que va más allá de lo operativo. Uno de los errores más comunes del modelo tergiversado es reducir la gestión del edificio al cumplimiento de tareas guiadas por fichas técnicas o cronogramas de mantenimiento básico, dejando como consecuencia un mercado con activos dañados por la falta de experiencia y el know-how.

En contraste, un proveedor especializado en FM elabora planes preventivos, analiza el comportamiento de los sistemas del inmueble, optimiza recursos y asegura la trazabilidad de cada intervención. Esto permite anticipar fallas, reducir riesgos y tomar decisiones basadas en indicadores reales e históricos.

Por ejemplo, investigaciones de Cushman & Wakefield revelan que una gestión profesional de FM puede reducir hasta en 30% el gasto anual destinado a renta, energía, reparaciones y gestión de proveedores. Este impacto se logra gracias a una combinación de tecnología, experiencia y conocimiento, innovación y decisiones basadas en datos.

Además de mejorar la administración de los activos inmobiliarios, y potenciar la experiencia del usuario, un enfoque especializado refuerza el compromiso con la sostenibilidad. En un contexto donde los edificios son responsables del 40% del consumo energético global y el 33% de las emisiones de gases de efecto invernadero, integrar prácticas responsables en el FM será una estrategia clave para optimizar recursos, reducir costos operativos y contribuir con un modelo de servicio más profesional.


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